Pelapapas: la herramienta

Quienes no hayan visitado Atenas quizá no sepan del monumento a Philopappos (Φιλοπάππου), situado en la colina del mismo nombre. Se la conoce también como “Colina de las Musas”, y es un privilegiado mirador a la capital griega, con las mejores vistas a la Acrópolis. Sin embargo, algunos relacionamos a Philopappos con un instrumento cortante: el pelapapas. Esto es así porque, debido a su semejanza fonética, esa fue la interpretación que apareció en los subtítulos de un vídeo por gracia de la transcripción automática. El texto se generaba por el sistema de reconocimiento del lenguaje natural de Google, el mismo que utiliza la inteligencia artificial de su asistente personal. Cada vez que salía el nombre de Philopappos, los subtítulos se empeñaban en traducirlo como “pelapapas” con inequívoca insistencia. Quizá fuera así porque, inspirado por las Musas, el pelapapas introducía un elemento imprevisto en el medio informático.

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Desde el día memorable en que el auténtico descubridor del pelapapas me transmitió su hallazgo, no puedo evitar relacionarlo con cualquier sistema de reconocimiento del lenguaje natural; el dictado de voz en el teléfono celular es un pelapapas; el autocorrector es un pequeño pelapapas; los altavoces inteligentes se comportan como pelapapas; la inteligencia artificial, en su infinita complejidad, depende en gran medida del pelapapas; por eso la lingüística computacional es la disciplina científica que se ocupa del estudio y desarrollo del pelapapas.

Hoy las aplicaciones de chat se imponen en nuestras formas habituales de conversar. Los más jóvenes demuestran una increíble velocidad al teclear con los pulgares; también están los que prefieren dejar mensajes de voz para ahorrar tiempo y, por último, quedamos los que susurramos al pelapapas. Es posible que Google haya logrado un ajuste más fino de su herramienta, quizá en la actualidad ya sea capaz de reconocer el nombre de la famosa colina ateniense; a pesar de eso, hoy todavía podemos disfrutar de sus ocurrencias, sobre todo quienes hacemos uso frecuente de este instrumento en nuestros sistemas privados de mensajería.

Por supuesto, esta voz que os habla tampoco pertenecen a una persona real. Yo también soy pelapapas.

 

Boscán & Navagero. El encuentro

Una publicación animada con saludo incluido para los lectores de Nosoloimpulsos que aún quedan en el mundo. Siempre con el mejor ánimo de renacer, hoy viajamos al Renacimiento.

Sammy Taylor y Los Labios

Puestos a versionar a Sus Satánicas Majestades, quién mejor que el Hijo de Dios. Estos son Los Labios en Nocturama*:

Por cierto, Sammy está igualico que su padre, no me digan que no:

La imagen de Silvio está tomada de http://estaticos04.cache.el-mundo.net/elmundo/imagenes/2009/04/18/1240049094_extras_ladillos_1_0.jpg

La imagen de Silvio está tomada de http://estaticos04.cache.el-mundo.net/elmundo/imagenes/2009/04/18/1240049094_extras_ladillos_1_0.jpg. Si infrinjo alguna propiedad intelectual ya me avisan y eso.

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*Concierto de Los Labios en Nocturama, julio de 2013; ellos son Sammy Taylor (voz), Charly Cepeda (guitarra), Álvaro Suite (guitarra), Ricki Candela (bajo) y Fernando Queen (batería).

Espiritualidad

La Basílica de Santa María sopra Minerva, llamada así por haber sido levantada sobre un antiguo templo dedicado a la diosa de la sabiduría, está considerada como la única iglesia gótica de Roma. Yo hubiera preferido honrar a la diosa romana (virgen también, por cierto), pero me entretuve paseando la vista por los detalles de los arcos, las bóvedas, las columnas o los frescos de la iglesia, mientras las voces del coro despertaban mi dormida espiritualidad y me devolvían las preguntas eternas: ¿a quién elegir, a una virgen o a una diosa? Calígula habría respondido (lo dice en la guarrísima película de Tinto Brass): ¿para qué elegir, cuando se puede tener ambas?

El invierno en un acordeón

Le quattro stagioni es el título por el cual conocemos a los primeros cuatro conciertos para violín de Antonio Vivaldi: Il cimento dell’armonia e dell’inventione.

El invierno es un concierto en Fa menor para cuerdas. Fue concebido por Vivaldi para ser interpretado en iglesias, tanto es así que los tonos pastorales obligan a la orquesta a tocar casi en sordina, sin molestar a los fieles en sus plegarias. El invierno se describe en tres etapas: la acción despiadada de la sensación térmica (allegro); en el segundo movimiento (adagio), la lluvia que cae lentamente sobre el suelo helado, y el tercero (allegro) describe la aceptación serena de la dureza del clima invernal.

En el documento videográfico, un fragmento del primer movimiento. Impresiona la técnica de este aún anónimo acordeonista: con la mano derecha simula el violín solista y con la derecha la orquesta, que en esta pieza cobra una especial relevancia. Si cerramos los ojos, en algunos momentos nos parecerá que estamos escuchando una orquesta de violines, pero no, todo sale de un único acordeón.

Como dato curioso, al término de la interpretación pude contemplar cómo un paseante agradecido le entragaba en la mano nada menos que un billete de 20 euros. Casi ná.

Ubicación: Parque de Villa Borghese, Roma.